
Podemos hablar sin problemas con otra persona, pero en cuanto se
suman más personas a escucharnos, en especial si no las conocemos, la
cosa cambia.
Solo de pensar que tenemos que hablar delante de una audiencia ya nos
ponemos nerviosos, la ansiedad aparece y nos estresamos. De hecho hay
personas que lo pasan tan mal que evitan por completo hablar en público.
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